Una correcta clasificación es de vital importancia, no sólo para determinar los impuestos que tendrá que pagar el cliente, sino también para determinar los requisitos para importar y exportar. Más allá de esto, hay que señalar que una clasificación errónea de la partida arancelaria puede dar lugar a sanciones, liquidaciones complementarias de impuestos e incluso llegar a impedirse una importación, obligándose a la destrucción de la mercancía o a su retorno a origen, con los costes que ello supondría.